El papel de la microbiota en la enfermedad celíaca

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Los seres humanos tenemos el mismo número de bacterias que células propias en nuestro organismo, estando presentes en todas las partes del cuerpo, aunque la mayoría se localiza en la piel y en aquellas cavidades del organismo que se comunican con el exterior, y que son, fundamentalmente, la vagina y el aparato digestivo, sobre todo en el intestino grueso. Es lo que llamamos microbiota.

La relación que mantenemos con ella es habitualmente mutualista, ya que sus microorganismos nos proporcionan una serie de ventajas que van desde la protección frente a la invasión por agentes patógenos y el desarrollo del sistema inmunitario a la colaboración en la digestión de componentes de la dieta y la provisión de vitaminas y otros nutrientes esenciales. Las funciones que ejerce la microbiota son esenciales para nuestra vida.

 

Cada individuo posee una comunidad microbiana peculiar que depende de su genotipo y de la exposición temprana a los microorganismos de su entorno, pero también de la dieta, los cambios de estilo de vida o la terapia frente a las infecciones. Esto implica que la colonización desde el nacimiento será diferente dependiendo de factores como el tipo de parto, el modelo de lactancia, el entorno rural o urbano en que crecemos, el nacer en un país en vías de desarrollo o desarrollado, el uso de antibióticos, especialmente los utilizados para combatir infecciones durante el parto y en la primera infancia, etc. Un inadecuado desarrollo de nuestra microbiota digestiva durante los primeros meses de vida por el aumento del número de cesáreas, el abandono prematuro de la lactancia materna o, ya en la edad adulta, por el abuso de antibióticos, una dieta inadecuada o el proceso del envejecimiento, nos puede llevar a un estado de disbiosis, con una alteración de la microbiota tanto cualitativa (especies distintas a las habituales) como cuantitativa (menor concentración de sus bacterias beneficiosas). La consecuencia será la disminución de sus efectos saludables y, con frecuencia, la aparición de enfermedades (1).

 

En la enfermedad celíaca, trastorno inmunológico provocado por la ingesta de gluten en personas genéticamente predispuestas, hay varios estudios que apuntan hacia la alteración en la composición y función de la microbiota intestinal. En la revisión de Giovanni Marasco y col. se constatan estos cambios y el papel que puede jugar la inmunidad innata como desencadenante de la respuesta inmune y el daño de la mucosa. De hecho, los pacientes con enfermedad celíaca tienen una reducción en las especies beneficiosas (lactobacilos y bifidobacterias) y un aumento en aquellas potencialmente patógenas (bacterias gramnegativas, particularmente Bacteroides y E. coli) en comparación con los sujetos sanos. Esta disbiosis se reduce, pero aún puede permanecer, después de una dieta sin gluten. Por lo tanto, la microbiota intestinal podría desempeñar un papel importante en la patogénesis de la enfermedad celíaca, pudiendo aparecer en el debut de la enfermedad y en el desarrollo de los síntomas y llegar a ser un factor predictivo de la misma (2).

 

El grupo investigador de la profesora Elena Verdú, de la Universidad de McMaster en Ontario (Canadá), ha desarrollado varios estudios en este campo, pronunciando varias hipótesis, algunas ya demostradas (3):

  1. Los celíacos tienen un conjunto de bacterias intestinales diferente a las personas sanas.
  2. Estas bacterias podrían actuar como amigo o enemigo cuando debuta la enfermedad, según el equilibrio entre comensales (inofensivos) o patobiontes (bacteria normalmente inofensiva que puede causar enfermedad en determinadas circunstancias).
  3. Es importante conocer el ecosistema ideal de las bacterias beneficiosas que reducen el peligro de que se presente la enfermedad celíaca.
  4. Y, por último, agregando cepas de probióticos específicas para equilibrar la microbiota, disminuyendo las potencialmente proinflamatorias y relacionadas con la enfermedad.

Por su parte, el grupo de la investigadora Yolanda Sanz, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de los Alimentos (IATA-CSIC) de Valencia, ha realizado estudios que sugieren que las alteraciones de la microbiota intestinal en etapas tempranas en los bebés con riesgo de padecer enfermedad celíaca podrían influir en el proceso de maduración del sistema inmune y predisponer a la enfermedad (4). El uso de estrategias de intervención nutricional, basadas en la administración de probióticos, se está investigando como posible intervención preventiva y, en este sentido, los autores evaluaron los efectos de la bacteria Bifidobacterium longum CECT 7347 en niños recién diagnosticados de enfermedad celíaca, con resultados esperanzadores, por lo que puede que algún día la dieta sin gluten no sea el único tratamiento para las personas celíacas.

  • Autora

    Dra. Luz Taboada Castro

    Pediatra del Hospital HM Sanchinarro de Madrid

Bibliografía

  1. Suárez E, Álvarez-Calatayud G. El microbioma humano. El otro genoma del ser humano. Barcelona: National Geographic-RBA; 2017.
  2. Marasco G, Di Biase AR, Schiumerini R, Eusebi LH, Iughetti L, Ravaioli F, et al. Gut Microbiota and Celiac Disease. Dig Dis Sci. 2016;61(6):1461-72.
  3. Verdu EI, Galipeau HJ, Jabri B. Novel players in coeliac disease pathogenesis: Role of the gut microbiota. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. 2015;12(9):497-506.
  4. Olivares M, Castillejo G, Varea V, Sanz Y. Double-blind, randomised, placebo-controlled intervention trial to evaluate the effects of Bifidobacterium longum CECT 7347 in children with newly diagnosed coeliac disease. Br J Nutr. 2014 Jul 14;112(1):30-40.