¿Un nuevo test para monitorizar la enfermedad celíaca?

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Como ya se conoce, el tratamiento para la enfermedad celíaca requiere la exclusión completa del gluten. Incluso mínimas trazas de este compuesto proteico pueden resultar lesivas para el intestino del paciente y comprometer la calidad de vida de este, sobre todo a largo plazo. Por otra parte, también sabemos lo difícil que resulta evitar las numerosas posibles fuentes de contaminación con gluten en la alimentación cotidiana.

Como ya se conoce, el tratamiento para la enfermedad celíaca requiere la exclusión completa del gluten. Incluso mínimas trazas de este compuesto proteico pueden resultar lesivas para el intestino del paciente y comprometer la calidad de vida de este, sobre todo a largo plazo. Por otra parte, también sabemos lo difícil que resulta evitar las numerosas posibles fuentes de contaminación con gluten en la alimentación cotidiana.

¿Cómo establecer entonces si el paciente está siguiendo correctamente o no la dieta sin gluten? Para este paradigma no existe en la actualidad una respuesta simple ni, mucho menos, satisfactoria. El examen más fiable es la biopsia intestinal, que puede poner en evidencia pequeñas alteraciones de la mucosa causadas por la ingestión de trazas de gluten, pero es evidente que dicho procedimiento resulta demasiado invasivo para utilizarlo en controles periódicos y/o rutinarios. Por otra parte, la monitorización de los síntomas tampoco es fiable porque, como sabemos, en la mayoría de los casos las transgresiones dietéticas leves no comportan síntomas evidentes. En general, se recurre a la medición de anticuerpos anti-transglutaminasa IgA u otros anticuerpos específicos para la enfermedad celíaca (ej. antigliadina desamidada clase IgG). No obstante, estos exámenes sanguíneos son muy útiles y específicos para el diagnóstico inicial, pero a menudo no logran desvelar las desviaciones dietéticas leves. Por último, hoy en día también tenemos la posibilidad de medir trazas de gluten en la orina y en las heces del paciente, pero este examen resulta útil sólo para identificar transgresiones dietéticas de las últimas 24-48 horas.

En este panorama, no muy alentador, es en el que se sitúa el importante trabajo “Synthetic Neoepitopes of the Transglutaminase–Deamidated Gliadin Complex as Biomarkers for Diagnosing and Monitoring Celiac Disease” de Choung y col. de la Mayo Clinic de Rochester (Minnesota, EE.UU.), publicado recientemente en la prestigiosa revista Gastroenterology. La novedad de este estudio reside en que, los autores no se concentraron en la respuesta de los anticuerpos “tradicionales”, como la transglutaminasa (TTG) o la gliadina desamidada (DGP), y focalizaron su atención en complejos TTG-DGP. Durante el proceso de formación de estos complejos se desarrollan “neoepítopos”, es decir, compuestos de aminoácidos altamente reactivos y aún más inmunógenos que los antígenos nativos. En una primera fase del trabajo, los autores comprobaron que la reactividad del anticuerpo dirigido al conjunto de complejos TTG-DGP específicos, identificaba con altísima sensibilidad y especificidad, al grupo de pacientes celíacos con sintomatología florida en comparación con el grupo de los controles sanos. Aún más interesante es el dato surgido en la segunda parte del trabajo: los sujetos celíacos en tratamiento dietético con mucosa intestinal dañada a causa de la persistente ingestión de gluten presentaban niveles de anticuerpos anti TTG-DGP significativamente mayores que los celíacos tratados con mucosa intestinal normal. En otras palabras, este nuevo test, aplicado sobre una simple muestra de sangre venosa, parece que permitiría identificar a los celíacos que no siguen correctamente la dieta, de manera notablemente más precisa que las alternativas actualmente disponibles.

Si estos datos son confirmados por otros estudios, este trabajo comportará un gran progreso en las posibilidades de monitorizar con precisión al paciente celíaco durante el tratamiento, con un indudable efecto positivo en el bienestar psicofísico a largo plazo de un gran número de pacientes. 

Autor

Prof. Carlo Catassi

Director de la Clínica Pediátrica y de la Escuela de Especialización en Pediatría, Universidad Politécnica de Marche, Ancona