Antropología, salud y gluten

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 “Los seres humanos son omnívoros. Comemos y digerimos toda clase de cosas, desde secreciones rancias de glándulas mamarias a hongos o rocas (o si se prefieren los eufemismos, queso, champiñones y sal). No obstante, como otros casos de omnivorismo, no comemos literalmente de todo.” Marvin Harris[1]

 

Harris describe en su libro “Bueno para comer” la relación entre los humanos y lo que comen. Los alimentos aparecen como “buenos” o “malos” para comer. Harris era un antropólogo. ¿Qué tiene que decir la Antropología en el campo medico? Cuando una persona piensa en un antropólogo se imagina a alguien con sombrero de Indiana Jones que excava la tierra en busca de restos o en una especie de hippie barbudo y sucio que vive con indígenas de una tribu de nombre impronunciable tomando notas a todas horas [2]. La antropología médica investiga los obstáculos que deben enfrentar las personas en sus cuidados de salud y cómo se relacionan con el personal que dispensa esos cuidados. Sus herramientas pueden ayudar mucho a entender la relación entre el gluten y quienes sufren daño si lo comen.

 

La enfermedad celíaca y los trastornos relacionados con el consumo de trigo tienen un único tratamiento en 2020. Este tratamiento consiste en comer sin incluir el trigo y algunos otros cereales en el menú. El trigo se convierte en “malo para comer”. Donde hay una persona a la que el trigo perjudica, se establecen nuevos hábitos alimentarios. Harris afirma que para entender los hábitos alimentarios debemos conocer los aspectos nutritivos, los más puramente bioquímicos. Pero insistía en tener en cuenta también lo que los alimentos significan para quienes los comen y las implicaciones económicas de estos hábitos. El tratamiento de la celiaquía es en su mayor parte un “asunto de comer”. La comida aporta nutrientes o antígenos, pero también transmite mensajes o posee un significado simbólico. La elección de los alimentos que forman la comida está casi siempre condicionada por ideas previas o creencias. Quien elige un alimento, considera lo que es bueno o no para él. Un alimento puede despertar emociones, como las comidas tradicionales que tomamos en ciertos momentos del año o en fiestas especiales.

 

El seguimiento del uso de la dieta sin gluten debe tener en cuenta las sensaciones generadas por la dieta sin gluten [3]. La salud humana no es un fenómeno biológico, es un proceso sociobiológico integrado, porque el ser humano es social por excelencia y sus procesos biológicos están en permanente interacción con los procesos sociales, por lo que se origina una transformación mutua [4]. Los estudios sobre las familias con algún integrante celíaco señalan que el aislamiento que sienten se ve aumentado por los intentos de reducir el riesgo de consumir alimentos contaminados. Una de las frustraciones que genera la dieta sin gluten es el no poder compartir en ocasiones momentos comunes en torno a una comida. Las familias estudiadas describen sentimientos de alienación, vergüenza o miedo franco a comer.

 

Frente a los ingentes recursos empleados en el desarrollo de fármacos, los recursos utilizados para analizar la adherencia al tratamiento han sido históricamente escasos [5]. Los estudios realizados sobre ello encontraron que el hecho de cumplir un tratamiento se relaciona con varios factores cognitivos (conocimiento del problema, imagen de la enfermedad), emocionales (rabia, depresión, ansiedad), influencias socioculturales (facilidad para viajar o salir a comer, conocimiento del público en general, redes sociales), así como la pertenencia a grupos, como son las asociaciones [6]. El seguimiento del paciente debe fomentar la participación en grupos de afectados o asociaciones. Así mismo, la no pertenencia ayuda a identificar a pacientes en riesgo de no seguir bien la dieta. La sensación de pertenencia es especialmente importante para los adolescentes. Las dificultades de comprensión de la enfermedad por parte de los afectados dificultan el cumplimiento de los tratamientos. Las asociaciones de pacientes tienen un papel clave en la formación a pacientes y cuidadores [7]. Iniciativas como los “Cursos de paciente experto”, acreditados por la Universidad de Stanford, reflejan el rol que tiene la formación de los pacientes. La sala de espera de la consulta puede convertirse en un recurso terapéutico, al facilitar que los pacientes interaccionen entre sí. De hecho, la calidad de la información compartida entre pacientes y familias en la sala de espera puede tener un impacto muy alto en el seguimiento de los pacientes y ser, sin embargo, un hecho invisible para el personal de salud.

 

El acercamiento con “las gafas de la Antropología” a la relación entre gluten, salud y enfermedad proporciona una visión más rica y da pistas para mejorar la calidad de vida de quienes hacen una dieta sin gluten y sus familias.

 

  • Autor

    Alfonso Rodríguez Herrera

    Gastroenterología Pediátrica. Profesor Asociado. UCD (University College Dublin)

Bibliografía

  1. Harris M. Bueno para comer: enigmas de alimentación y cultura. Madrid: Alianza Editorial; 2011.
  2. https://antropologoprincipiante.com/2016/05/03/las-7-imagenes-tipicas-de-un-antropologo/. [Consultado 7-10-2018].
  3. Byström IM, Hollén E, Fälth-Magnusson K, Johansson A. Health-related quality of life in children and adolescents with celiac disease: from the perspectives of children and parents. Gastroenterol Res Pract. 2012;2012:986475.
  4. Bacigalupe G, Plocha A. Celiac is a social disease: family challenges and strategies. Fam Syst Health. 2015;33(1):46-54.
  5. Conthe P, Márquez E, Aliaga A, Barragán B, Fernández de Cano MN, González M, et al. Adherencia terapéutica en la enfermedad crónica: estado de la situación y perspectiva de futuro. Rev Clin Esp. 2014;214(6):336-44.
  6. Hall NJ, Rubin G, Charnock A. Systematic review: Adherence to a gluten-free diet in adult patients with coeliac disease. Aliment Pharmacol Ther. 2009;30(4):315-30.
  7. Shaw J, Baker M. “Expert patient”­ –dream or nightmare?: The concept of a well informed patient is welcome, but a new name is needed. BMJ. 2004;328(7442):723-4.