La fibra prebiótica favorece la salud de la microbiota intestinal de las personas con trastornos gastrointestinales funcionales, como el SII. Las investigaciones destacan su capacidad mecánica para aumentar los ácidos grasos beneficiosos de cadena corta y controlar la inflamación, pero el impacto de la suplementación con fibra prebiótica en el alivio de los síntomas varía en cada individuo. Aunque la suplementación resulta prometedora, se recomienda precaución al introducir prebióticos en pacientes con SII debido a su potencial para exacerbar los síntomas.
El síndrome del intestino irritable (SII) y otros trastornos del eje intestino-cerebro (EIC) son un grupo de trastornos caracterizados por síntomas gastrointestinales (GI) como dolor abdominal, hinchazón, distensión, cambios en los hábitos intestinales y dolor abdominal. Aunque se sigue investigando su patogenia, entre los factores de riesgo se encuentran las alteraciones de la motilidad, la hipersensibilidad visceral, la alteración de la función mucosa e inmunitaria, las alteraciones de la microbiota intestinal y las alteraciones del eje intestino-cerebro. Se calcula que el SII afecta a un 11% de la población mundial (1).
Mediadores maestros: Microbiota intestinal
La microbiota intestinal es el conjunto de bacterias, arqueas y eucariotas que colonizan el tracto gastrointestinal. Cada vez más, las alteraciones de su diversidad y abundancia se reconocen como factores desencadenantes de síntomas en el SII, debido a una serie de mecanismos.
En la mayoría de las personas con SII se observan alteraciones de la microbiota intestinal, siendo preocupantes los casos en los que se observa un nivel bajo de bifidobacterias. Aunque todavía no hay pruebas que puedan respaldar la definición de una composición "saludable" del microbioma, las firmas microbianas observadas en el SII se asocian con un mayor número de días de dolor abdominal tanto en adultos sanos como en personas con SII (2). La gastroenteritis, que altera la microbiota, también aumenta el riesgo de SII postinfeccioso (SII-PI) y diarrea funcional, lo que sugiere además que la microbiota intestinal desempeña un papel en la aparición de los síntomas (3).
También hay pruebas que demuestran que la inflamación de bajo grado que a veces se observa en el SII interrumpe la señalización al sistema inmunitario gastrointestinal a través de las vías de la microbiota intestinal. Esto puede aumentar el riesgo de permeabilidad intestinal y otras respuestas inmunitarias alteradas (4). Además, metabolitos de la microbiota intestinal como la serotonina y su influencia en las células enterocromafines también pueden desempeñar un papel en la señalización del dolor o la hipersensibilidad visceral en el SII y otros trastornos del eje intestino-cerebro (2).
Los diversos mecanismos por los que la microbiota intestinal influye en los síntomas han suscitado un mayor interés por las formas de apoyar y restablecer la salud de la microbiota en el SII.
Prebióticos: Combustible para la microbiota intestinal
Los prebióticos son "sustratos que son utilizados selectivamente por los microorganismos del huésped y que le confieren un beneficio para la salud " (5). Pueden consistir en hidratos de carbono presentes de forma natural en los alimentos, como fructanos y galactooligosacáridos (GOS), y también están disponibles como suplementos dietéticos, a menudo en forma de inulina o fructooligosacáridos (FOS).
Los prebióticos ofrecen una vía prometedora para favorecer la salud de la microbiota intestinal, gracias a su capacidad teórica para aumentar los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) fecales, alimentar la microbiota y reducir los marcadores inflamatorios asociados al intestino (6). El aumento de la producción de AGCC puede regular la motilidad incrementando la liberación de serotonina y estimulando el eje intestino-cerebro a través de los nervios entéricos o vagales, que ayudan a regular el músculo liso del colon (7).
Los subproductos de la fermentación prebiótica en el colon pueden proporcionar varios efectos fisiológicos, como una mayor absorción de calcio, un aumento del peso fecal, la regulación del tiempo de tránsito gastrointestinal y la reducción de los niveles de lípidos en sangre, aunque el grado en que pueden producirse depende de la microbiota intestinal basal y de la dieta. En concreto, los beneficios relacionados con la capacidad de los prebióticos para aumentar las bifidobacterias colónicas incluyen el apoyo a la producción de compuestos inhibidores de patógenos, la reducción de los niveles de amoníaco en sangre y la facilitación de la producción de vitaminas y enzimas digestivas (8).
Investigación: Pruebas a favor de la suplementación
Sin embargo, aunque los beneficios mecánicos de los prebióticos son diversos y están bien identificados, no está tan claro su papel clínico en el tratamiento de los síntomas de los trastornos del eje intestino-cerebro, y la investigación sobre los beneficios de la administración de suplementos prebióticos es bastante limitada. Los datos sobre el impacto de la suplementación con prebióticos en los propios síntomas son contradictorios y no se puede descartar el impacto de la respuesta al placebo (2). Entre las investigaciones existentes, hay poca estandarización entre la dosis de prebióticos, el tipo de prebiótico y los protocolos de estudio. Esta heterogeneidad dificulta la interpretación de los resultados para sintetizarlos en recomendaciones clínicas.
No obstante, existen pruebas de que la suplementación con fructanos, de tipo inulina, favorece el aumento de las bifidobacterias fecales en adultos sanos en dosis superiores a 6 g/día (9). El aumento de los niveles de bifidobacterias puede aliviar los síntomas debido a los conocidos beneficios de las bifidobacterias para la salud intestinal, pero los resultados clínicos no son concluyentes. La suplementación con prebióticos puede ser beneficiosa para las personas con estreñimiento crónico. Sin embargo, también puede provocar un aumento de la flatulencia, lo que sugiere que pueden ser preferibles métodos alternativos para tratar el estreñimiento (7,10).
Existe una relación dosis-respuesta significativa y el
tipo de fibra es importante cuando se trata de prebióticos. Las dosis más bajas pueden mejorar los síntomas, pero las más altas pueden agravarlos. Los prebióticos de tipo inulina tienen más probabilidades de empeorar síntomas como la flatulencia, mientras que los prebióticos de tipo no inulina, como los GOS y la goma guar, pueden mejorarlos. En resumen, los datos son muy contradictorios. Un metaanálisis reciente concluye que la suplementación con prebióticos no aporta beneficios para el tratamiento de los síntomas, la producción de heces o la calidad de vida en el SII (2).
Una dieta rica en prebióticos
Hay más pruebas que sugieren que la inclusión de frutas, verduras y cereales integrales ricos en prebióticos, así como de alimentos enriquecidos con fibras prebióticas, puede ayudar a controlar los síntomas. Los prebióticos existen en diversas formas, como polisacáridos, oligosacáridos, almidón resistente, ácido linoleico conjugado y polifenoles. Entre los alimentos ricos en prebióticos naturales se encuentran el trigo sarraceno, el kiwi, el ruibarbo, las cebollas, los plátanos, la miel, el ajo y los puerros. Cuando se utilizan para enriquecer los alimentos de, los prebióticos suelen añadirse en forma de inulina, raíz de achicoria, goma guar, FOS, GOS, lactulosa y oligosacáridos de leche humana (8).
No obstante, hay que tener en cuenta que las directrices de práctica clínica de la Asociación Americana de Gastroenterología (AGA) sobre el papel de la dieta en el SII destacan la falta de datos científicos para recomendar una dieta rica en fibra prebiótica. En su lugar, las directrices hacen hincapié en la importancia de aumentar la ingesta general de fibra soluble para controlar los síntomas del SII.11 En otras palabras, los alimentos ricos en prebióticos pueden formar parte de una dieta rica en fibra soluble, pero no deben ser el único objetivo.
El papel de la suplementación con prebióticos y de una dieta rica en prebióticos para el SII es complejo. Muchos tipos de prebióticos, como los GOS, la inulina y los FOS, son también oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (FODMAP). La restricción dietética de FODMAP es eficaz para controlar los síntomas del SII, por lo que es lógico que la adición de fuentes prebióticas con alto contenido en FODMAP pueda exacerbar los síntomas. Sólo por esta razón, la introducción de fibra prebiótica, ya sea en forma de alimentos o de suplementos, debe realizarse con precaución en las personas sensibles a los FODMAP, y las fuentes de fibra prebiótica baja en FODMAP deben ser el centro de atención.
Conclusión e implicaciones clínicas
La heterogeneidad de las pruebas sobre los prebióticos y el tratamiento de los síntomas pone de relieve la importancia de tener en cuenta la dosis y el tipo de prebiótico en la práctica de la nutrición clínica y de controlar estrechamente la tolerancia. Debido a la importante relación dosis-respuesta, se aconseja a los pacientes que deseen probar prebióticos que los introduzcan gradualmente para permitir un periodo de adaptación. Este fue el enfoque utilizado en un pequeño y reciente estudio de prueba de concepto en adultos sanos, a los que se administraron 2,8 g/d de GOS suplementarios durante un periodo de adaptación inicial de 3 semanas. Aunque los encuestados señalaron que el consumo inicial provocó un aumento de la flatulencia, los síntomas remitieron a la tercera semana. Esto sugiere que un periodo de prueba más prolongado podría permitir comprender mejor la respuesta y los posibles beneficios sintomáticos (12).
De cara al futuro, se justifica una investigación adicional sobre las fuentes de fibra prebiótica baja en FODMAP y en diferentes dosis para aclarar si la suplementación con prebióticos debe desempeñar un papel en los planes de tratamiento para el SII y otros TFGI y, en caso afirmativo, las estrategias óptimas para su uso. Hasta entonces, animar a los pacientes a incluir alimentos ricos en prebióticos como parte de una dieta general rica en fibra soluble para apoyar el tratamiento de los síntomas.
Referencias
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